… Sin amor, ¡nada soy!
“Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana que resuena o un platillo que retiñe. Aunque tuviera el don de la profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera toda la fe, una fe capaz de trasladar montañas, si no tengo amor, no soy nada. Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada.
El amor cristiano es…no es…
El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad. El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
…Lo más grande y duradero: ¡el amor!
El amor no pasará jamás. Las profecías acabarán, el don de lenguas terminará, la ciencia desaparecerá... En una palabra, ahora existen tres cosas: la fe, la esperanza y el amor, pero la más grande de todas es el amor”. (Carta 1Corintios cap. 13)
Con los saludos y oraciones del P. Benito
Consigna: Señor, haz de mí un obrero, una obrera, de tu Reino, que venza el mal a fuerza de amor.
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