3. 9. “Estén siempre alegres y oren sin cesar” (1Tes 5,16-17)
A través de la oración constante, Pablo vive en contacto permanente con esa fuerza de la resurrección que lo invade. Ella es la nueva tierra de su vida, la fuente de la alegría que le hace experimentar cosas increíbles (2Cor 12,2-4). El propio Espíritu de Jesús ora en él y por él (Rom 8,15-16, 26-27) y produce en él “los sentimientos de Jesús” (Flp 2,5). Invadido de este modo, por Jesús, Pablo esparce la presencia de Cristo como el perfume que acompaña a la flor (cf. 2Cor 2,14-17), y recomienda a todos: “Estén siempre alegres! Repito: estén siempre alegres! Que la bondad de ustedes sea notada por todos. El Señor está próximo, no se inquieten por nada. Presenten ante Dios todas sus necesidades, a través de la oración y la súplica en acción de gracias. Entonces, la paz de Dios, que sobrepasa todo lo que se puede imaginar, les guardará su corazón y los pensamientos en Cristo Jesús (Flp 4,4-7). ¡Pues el amor de Dios se derramó en nuestros corazones, por el Espíritu que nos fue dado! (Rom 5,5).
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