¿Por qué dedicarle un año a San Pablo?
San Pablo fue el primer escritor cristiano y sus textos han sido leídos o escuchados por millones de personas en todo el mundo a lo largo de los siglos. Le llamaron Apóstol, pero nunca perteneció al grupo de los apóstoles elegidos por Jesús. En una de estas incursiones en contra de los cristianos y cuando ya estaba próximo a la ciudad de Damasco, una luz del cielo lo cercó y cayendo en tierra escuchó un voz que el decía: Saulo, Saulo, ¿Por qué me persigues? y el respondió quién eres tu Señor? Y el Señor le dijjo: "Yo soy Jesús, a quien tu persigues".
Este encuentro transformará a Saulo y se convertirá en una de las figuras más importantes de todo el cristianismo.
Sus escritos
El primer escrito del Nuevo Testamento due la carta que Pablo escribió a los Tesalonicenses probablemente hacia el año 50 de nuestra era. A ésta se le sumaron más tarde cartas a los Galatas, Efesios, Corintios, Romanos y Filipenses. Y así fue él quien inauguró la costumbre de cartear a los muembros de las primeras comunidades cristianas que fueron naciendo con la predicación de los Apóstoles.
Pablo, es por tanto, el evangelizador más primitivo del cristianismo que hayamos tenido noticias. Sus cartas fueron previas a los Evangelios y su mensaje continúa siendo un referente para todos los cristianos, ya que a pesar de sus dos mil años de antigüedad continúan aportando luz a la vida real de los cristianos de hoy.
San Pablo nos enseña a ser siervos de la palabra.
En este espacio quiero resaltar algunas notas del apóstol Pablo que nos ayuden e iluminen para ser verdaderos crisitianos de palabra y de obras. Pablo puso pasión a su vida. Podríamos decir que San pablo dotó a cada uno de sus gestos y de sus palabras una pasión desorbitada por Cristo. Él fue realmente un viril de fuego que grababa las palabras con su propia vida. Hoy las palabras nos inundan, nos desbordan, pero sin pasión. Por ello, podemos preguntarnos cómo hablamos los cristianos en nuestra casa trabajo o entre amigos.
Sus cartas se encarnan en la vida de las comunidaddes. en los textos paulinos transpira la vida de los primeros cristianos, sus gozos y sus sombras. esta encarnación con la realidad es lo que nos ha hecho que sean, dos mil años despues, tan cercanos a nosotros que todavía nos hablen al intelecto y al corazón, sobretodo al corazón.
Su centro es Jesús. La predicación de Jesús es el Kerigma apostólico. Es decir proclama con todas las fuerzas que Jesús vivió, murió y resucitó para cumplimiento de las escrituras del Antiguo Israel que los profetizaban. No se concede licencias en el mensaje, no se permiten distracciones, no se presta atención a disputas inutiles ni a polemicas vacías. Su afán es dar respuesta a la vida real de las primeras comunidades cristianas.
Su mirada es de amplios horizontes. Los escritos paulinos nos enseñan que el cristiano ha de tener la mirada en el horizonte y el corazón abierto a los demas. Sin Exclusiones y con un afán de llevar la Palabra de Jesús el mas recóndito lugar del globo. hoy en un mundo en el que la soiedades son mas plurales y ricas de razas y colores, el cristiano ha de vivir esta realidad con apertura de mente y corazón.
Es hijo del Espíritu y amante de la caridad. Frente a nuevos legalismos que siempre quieren nacer en cada rincón donde el ser humano vive, Pablo nos propone el camino de la libertad y de la adhesión libre. Ya no es necesario pertenecer a ninguna casta o raza, todos somos llamados a escuchar la Palabra de Jesús. Por otro lado, reconoce que solamente la caridad puede ser el motor de nuestra y vida y de nuestras comunidades de cristianos.
El cristianismo necesita de nuevos apóstoles de la Palabra, pero de la Palabra con mayúscula de Jesús. Este año de San Pablo es una gran oportunidad para que cada uno de nosotros nos reflejemos en las palabras de Jesús, y de este modo poder cambiar nuestras vidas y nuestro entorno. Ente Año de la Palabra no lo perdamos con palabras inútiles, hay que ir al grano y remar en una misma dirección, la de Cristo.
Autor: Xoán Pedro B. Gómez
Artículo publicado en la Revista La Merced Caminos de Liberación No. 136 Año 29 2008
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