Un lugar para caminar con San Pablo... para llevar a Cristo a cada persona en cada paso... un espacio para peregrinar a través de las Cartas de San Pablo, un lugar para reflexionar, compartir, y disfrutar de La Palabra a través de su gesta como el Apóstol de las Gentes. Una oportunidad más para conocer a Pablo de Tarso, misionar con él y llevar la Palabra de Jesús Resucitado.

miércoles, enero 12

SEGUNDO PERÍODO El convertido fervoroso de Carlos Mesters, San Pablo Apóstol

SEGUNDO Período

El convertido fervoroso

De los 28, a los 41 años de edad

La Biblia nos da pocas informaciones directas sobre el segundo período de la vida de Pablo. Para la composición de este capítulo usamos sobre todo las informaciones indirectas que se transparentan en las entrelíneas de las cartas de Pablo. Son como ventanas abiertas. Dejan entrever algo de la riqueza de aquellos trece años de su vida.

1. La caída en el camino de Damasco

Pablo tenía 28 años de edad. Poseía poder y prestigio en nombre del Sanedrín, pues dirigía la persecución contra los cristianos. Pidió licencia para perseguirlos hasta Damasco de Siria, a más de 200 Km. de distancia (Hch 9,1-2; 26,9-12). ¡Siete días de viaje! Mientras iba hacia allá, de repente, aparece una luz, Pablo cae y oye una voz: “Saulo, Saulo, por qué me persigues? (Hch 9,4). Pablo estaba persiguiendo a la comunidad de los cristianos. Pero Jesús pregunta: “¿Por qué ‘me’ persigues?” ¡Jesús se identifica en la comunidad! Colocándose al lado del perseguido, desaprueba al perseguidor.

Pablo se parece al señor que subió al bus, pensando poder seguir en él hasta el final de su viaje. Pero de repente, el bus se paró y el conductor gritó: ‘¡Ultima parada, que baje todo el mundo!’ Era el punto final del bus, pero no del viaje de ese señor. Pablo tuvo que bajarse. Inesperadamente, se encontró solo, sin rumbo, perdido en medio del camino, cerca de Damasco.

La caída en el camino de Damasco fue lo que dividió las aguas. La vida de Pablo se divide en “antes” y “después” de este hecho. La entrada de Jesús no fue pacífica, sino una tempestad violenta. La Biblia usa algunas imágenes para describir lo que sucedió: dos de Lucas, para sugerir la semejanza entre Pablo y los profetas y dos del propio Pablo.

1. “Caída”. Dios no pidió permiso, entró sin más y lo derribó (Hch 9,4; 22,7; 26,14). Como “Jeremías”, Pablo podía decir: “Me sedujiste, Señor y me dejé seducir; me dominaste y me derribaste” (Jer 20,7). Caído en el suelo, él se entrega. El cazador fue alcanzado, ¡vencido por la caza! No hay caballo en la historia de la conversión de Pablo. Sólo hay una caída mucho más violenta que caer de un caballo.

2. Luego una luz lo envolvió (Hch 9,3). Como “Ezequiel”, Pablo cayó por tierra al ver la luz de la gloria de Yavé (Ez 1,27-28), luz tan fuerte que quedó ciego. Y ciego quedó tres días, sin comer ni beber (Hch 9,8-9). ¡Son los tres días de obscuridad y de muerte que anteceden a la resurrección! Se invirtieron los papeles. El líder tuvo que ser conducido por la mano de sus dirigidos (Hch 9,8). Pablo sólo empezó a ver cuando Ananías le impuso las manos y dijo: “¡Saulo, ‘hermano’ mío!” (Hch 9,18). Resucitó en el exacto momento en que fue acogido en la comunidad como “hermano” ¡Murió el perseguidor, resucitó el profeta!

3. “Aborto”: la imagen es del propio Pablo, que dice: “Por último, Jesús se apareció a mí, que soy un aborto” (1Cor 15,8). Su nacimiento para Cristo no fue normal. Dios lo hizo nacer de manera forzada. Pablo fue arrancado de dentro de su mundo, como se arranca a un niño del seno de su madre por medio de una operación.

4. “Fui alcanzado”. Esta imagen también es de Pablo. El dice: “Procuro alcanzar a Cristo, así como yo mismo fui alcanzado por El” (Flp 3,12). Es como si Dios estuviera detrás de Pablo con un lazo en la mano y, de repente, lo agarrara y lo derriba en el suelo.

Caída, ceguera, aborto, lazo. Estas imágenes hablan por sí mismas. Dejan transparentar algo de lo que Pablo vivió. Sugieren la ruptura que hubo. Revelan el fracaso del sistema en que vivía. ¡Apareció la “nada” de Pablo, de donde iba a nacer el “todo” de Dios! “Sin mí, ‘nada’ pueden hacer” (Jn 15,5) “Todo lo puedo en aquel que me fortalece” (Flp 4,13).

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