Un lugar para caminar con San Pablo... para llevar a Cristo a cada persona en cada paso... un espacio para peregrinar a través de las Cartas de San Pablo, un lugar para reflexionar, compartir, y disfrutar de La Palabra a través de su gesta como el Apóstol de las Gentes. Una oportunidad más para conocer a Pablo de Tarso, misionar con él y llevar la Palabra de Jesús Resucitado.

lunes, marzo 30

Meditación sobre Pablo (Segunda Parte) : ¿Qué le pasó camino a Damasco?



Cuando Saulo sale de Jerusalén camino de Damasco a perseguir a los cristianos con cartas del sumo sacerdote, al acercarse a Damasco de repente lo envuelve el resplandor de una luz del cielo. Cae al suelo y oye una voz que le dice:

Saulo, Saulo porqué Me persigues.

El responde

¿Quién eres Señor?

Y le contestan

Yo soy Jesús, a quién tú persigues. Levántate, entra en la ciudad y se te dirá qué hacer.

Los hombres que andaban con él escuchan la voz pero no ven nada: de la misma manera que los que están a nuestro alrededor se pueden dar cuenta de algo en nuestras vidas. Saulo se levanta del suelo, y teniendo los ojos abiertos no ve nada. Es llevado de la mano a Damasco y está tres días sin vista y sin comer y beber. (Ver Hc 9,1-9)

Mientras tanto en Damasco, Ananías recibe un llamado del Señor a ir a un lugar preciso en busca de un hombre de Tarso, llamado Saulo, que estaba orando. Ananías le dice al Señor que como lo manda a ir a la cueva del lobo donde un hombre, que había estado persiguiendo a: “tus santos de Jerusalén”. El Señor le revela el que Saulo es un “instrumento elegido” para llevar su mensaje a un pueblo en específico: a los gentiles.

Saulo a la vez recibe una visión de que un hombre llamado Ananías entra en la casa, le impone las manos, para recobrar la vista. (Ver Mc 8:23-25)

Cuando Ananías llega le dice:

    “Me envía el Señor Jesús, el que se te apareció en el camino por donde venia para que recobres la vista y te llenes del Espíritu Santo.”

Inmediatamente caen de sus ojos unas especies de escamas, recobra la vista; se levanta y es bautizado, recuperando las fuerzas.

Su historia y la mía

Conocimiento de la ley

Nosotros hoy día tenemos conocimiento de la ley de Dios. Y conocemos lo que Jesús nos ha dejado como modelo de vida a través de los evangelios. Con todo y esto, debido a nuestra condición humana, transgredimos de palabra, obra y omisión. Esto no es una justificación sino una realidad. De la misma manera que somos hijos de Dios por adopción y estamos llamados a la santidad, como nos llama el Concilio Vaticano II en la Constitución Dogmatica Lumen gentium, sobre la Iglesia, #39, citando a Pablo en 1Tes 4,3: cf. Ef 1,4. Y el contestar a ese llamado

de nuestro Padre es una vocación continua, que se renueva cada día.

Creencias

Tenemos unas creencias que hemos aprendido a través de las enseñanzas de las escrituras, heredadas y modeladas por nuestros padres. Posiblemente los aquí reunidos sean de la primera generación la cual sufre directamente los efectos de padres que se han separado, luego de la aprobación del divorcio en Puerto Rico durante la segunda mitad del siglo XX. Hoy día, un gran número de jóvenes vienen de familias disfuncionales o con grandes carencias en muchos aspectos de sus vidas. Familias en las cuales el padre está ausente y la madre está trabajando sin poder atender como quisiera a sus hijos. El modelo presentado por Dios en el Génesis no es modelado en el seno de la familia promedio. (Ver Gn 1,27-28; 2,18-25) Y no es que quiera generalizar, pero es lo que las estadísticas nos dicen. Lo que antes era correcto ya no lo es

. Nuestras creencias han dado un giro de 180 grados. Siendo hoy correcto o aceptable lo que hace 50 años era visto como incorrecto o inmoral. Tratando de ser “políticamente correcto” lo que no está de acuerdo al plan de Dios. Y en este ambiente es que nuestra juventud se está criando. Las enseñanzas no han cambiado, pero ha habido una pérdida de valores en nuestra sociedad que ha tocado todos los niveles: algo parecido a lo que Pablo enfrentó en su tiempo.

Búsqueda

Pero de la misma forma el hombre y la mujer tienen un hambre en su corazón de búsqueda de la verdad al igual que Pablo. Hoy día su ejemplo nos llama a buscar el fundamento de la verdad en la Palabra de Dios. Para tener un norte seguro que nos guíe a seguir la voluntad de Dios para nuestras vidas.

Encuentro

En el momento que ocurre este encuentro, que ocurre en el instante menos esperado de nuestras vidas, comienza una catarsis en mi vida, como ocurrió con Pablo a través del testimonio de Esteban…cambios que permiten cuestionarme mis creencias.

Caída

Se rompe en ese momento un paradigma en mi vida.

Ceguera

En ese momento paso por un proceso en el cual no veo claro el camino a seguir. Puede que no sepa cómo levantarme, que me sienta que no tengo alguien que me ayude a llegar a Damasco. Pero siempre habrá alguien que me ayude. Cumpliéndose la promesa de Jesús de que estará con nosotros

hasta el fin de los tiempos. Utilizando a hermanos en la fe, parientes, amigos, en ese caminar por la vida a llegar a Damasco como lo hicieron con Pablo. Y volveremos a ver, recibiendo la luz y al Espíritu Santo que nos ilumina. No significa que llegamos a la meta… ya habrá otros Damascos que recorrer. Recobraremos fuerzas y continuaremos el camino.

Conversión

Estas vivencias nos han llevado a un proceso de conversión que se realiza en la vida cotidiana, mediante: gestos de reconciliación, de atención a los pobres, de ejercicio y defensa de la justicia y el derecho, mediante el reconocimiento de nuestras faltas ante los hermanos, la corrección fraterna, la revisión de vida, el examen de conciencia, la dirección espiritual, la aceptación de los sufrimientos. (Cfr. Código de Derecho Canónico, c.1435) Y, yo añadiría el sacramento de la Reconciliación, que se encuentra lamentablemente en desuso. A través de este sacramento, tan incomprendido en nuestros días, se nos ofrece sanidad y paz a nuestra alma. Aprovechemos un tiempo fuerte como la Cuaresma para acercarnos a este sacramento de sanación interior.

Autora: Maité M. Rodríguez
Colaboradora Paulina en Puerto Rico

lunes, marzo 23

Meditación sobre Pablo (Primera parte)


Nota: Nos alegra mucho compartir con ustedes este texto. El mismo fue redactado por una de nuestras colaboradoras y empleadas del Centro Multimedial de Paulinas en San Juan de Puerto Rico, Maité Rodríguez. Invitamos a las personas, independientemente de su preparación académica a participar de este Blog, así mismo como nuestra compañera, Maité, se ha animado a participar ¡Ven, hablemos de San Pablo!




Pablo ya "anda por ahí" cuando los apóstoles reciben al Espíritu Santo el día de Pentecostés y el es testigo de los primeros prodigios, persecuciones y expansión de los cristianos.

  • ¿Quién no se ha sentido, en algún momento de su vida, parte de los primeros cristianos destinatarios de esos consejos de Pablo, de su cariño y de sus enseñanzas?
  • ¿Quién no se ha sentido nunca traspasado por la espada de doble filo que es la palabra viva y apasionada del apóstol?
  • ¿Quién no ha cerrado a veces el evangelio enfadado por la aparente intolerancia de los consejos del apóstol, pero tocado por su pasión de Cristo?
  • ¿Qué mujer empezando por mí no se ha molestado al escuchar o leer su estilo machista al hablar del sometimiento de las mujeres a sus maridos?...

A pesar de esto sabemos que fue y es un santo apasionado y único, mártir de la Iglesia, un hombre cuya valentía, vehemencia y agresividad, convierte Dios en instrumento del apostolado.

¿Quién era y de dónde viene Pablo?

Saulo era un hombre instruído en la cultura de su tiempo, la griega, y en la tradición de su pueblo, la judía: judío de la diáspora. Aunque él no conoció a Jesús personalmente como los apóstoles, había escuchado de sus enseñanzas en la Sinagoga y a través de sus estudios a los que se entregó con la misma pasión que se entregó a todo en su vida. Estos le prepararon para su encuentro con el cristianismo a través de los “seguidores del Camino” (como se conocían a los cristianos) y con la Verdad que siempre anheló conocer y defender.

Saulo era fariseo, y lo dice con orgullo. Fariseo significa “separado”. Eran los más rigurosos de los judíos. Aparecen como reacción contra la inclinación de ciertos judíos hacia las costumbres griegas. El fariseo se aferra a la Ley mosaica para evitar la influencia en ella del helenismo.

El fariseo, depositario de la Ley de Dios, se hizo dueño de ella. Ese fue su pecado. Para ellos la religión se centraba en el culto, pero en los actos exteriores del culto y no en la actitud interna del corazón. Se olvidaron del espíritu que la animaba y quedó solo en letra vacía. Convirtiéndose en un suplicio el tratar de vivirla y en un montón de leyes que Dios no había revelado en ningún momento (más de 600 preceptos añadidos, con el tiempo, a los mandamientos de Moisés). Todo esto para defender la Ley de los paganos y llegando a defenderla de los mismos judíos. Logrando así que el pueblo judío se alejase de ella.

Todo hombre que profundiza en la búsqueda de la verdad con pureza de corazón se termina encontrando con ella, aunque ande por caminos equivocados. Dios sabe enderezar caminos. Y eso fue lo que pasó con Pablo.

Reconociendo que Dios está en todas partes y que estaba en el interior de Saulo, aún siendo perseguidor de los cristianos, Saulo vivía empapado de Dios. Su escuela la sinagoga, su maestro el famoso Rabino Gamaliel que, como todo hombre atraído por la verdadera sabiduría, fue instrumento del mismo Jesucristo, “para ir entrenando los oídos de los hombres en orden a la predicación de Evangelio” (San Clemente de Alejandría).

El perseguidor

Saulo tenía unos 28 años cuando sucede el martirio de Esteban. Es muy probable que Esteban y Saulo hayan estudiado juntos en la escuela de Gamaliel.

Esteban acusa a los judíos de ceguera y sordera ante la palabra de Dios manifestada en Jesús (Hc 7, 51-53).

  • ¿Qué le sucedió a Pablo/Saulo en aquel momento dramático?

No lo sabemos. Pero los hechos sucedidos nos permiten hacer la siguiente interpretación.

  • Esteban estaba muriendo y exclama:

¡Señor no los condenes por este pecado! (Hc 7,60)

Y

Estoy viendo al Hijo del Hombre de pie a la derecha del Padre

Dos cosas son evidentes

  1. Vió el cielo abierto. Es decir el estar siendo acogido por Dios, está en el lugar donde Dios lo quiere, el de los justos. ¡En el momento de su muerte Esteban poseía la justicia que Pablo no lograba alcanzar, a pesar de todos los esfuerzos por observar la Ley! ¡Esteban conseguía la justicia sin observar la Ley! Pues estaba siendo condenado por ser transgresor de la Ley (Hc 6,11).

  1. Esteban ve a Jesús a la derecha de Dios, es decir, Dios había acogido a Jesús, el mismo Jesús que había sido condenado por el tribunal al igual que el de blasfemo (Hc 26,65).

Pero veamos esto:

    ¡Acogiendo a Jesús, Dios condena al tribunal, condena al mismo Pablo y a sus creencias!

Pablo procura callar la voz de Esteban y de los cristianos. Quién sabe, tal vez quería callar la voz de su propia conciencia… Al perseguir a los cristianos, Pablo huía de sí mismo y de Dios. Hasta que Dios lo agarró y lo derribó en el camino de Damasco.

¡Fue allí donde se rajó la fuente de donde Pablo sacaba agua para beber! Fue allí donde la muerte de Esteban acabó dando resultado.

(Continuará...)

Autora:
Maité Rodríguez

Colaboradora Paulina

lunes, marzo 16

5ta Conferencia sobre San Pablo : Espiritualidad Paulina (Última Parte)

Necesitamos disciplina para vivir siempre con veracidad y no sucumbir a las seducciones de nuestra sociedad. El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad, porque no sabemos pedir lo que nos conviene, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inarticulables; y el que sondea los corazones sabe lo que pretende el Espíritu porque él intercede según Dios por los santos. (Rom. 8,26-27) Para llegar a vivir la relación con el Padre, uno debe unir su voz a la del Espíritu que del fondo del ser se eleva hacía el Padre. La oración es la disciplina de la escucha de esa voz amorosa de Dios. Jesús pasaba horas en oración, a la escucha de la voz del Padre. Sin la oración nos volvemos sordos a la voz del amor y nos confunden otras voces. La oración es estar atentos a Dios y en esta atención darle una respuesta. Es elevar nuestras mentes y nuestros corazones a Dios. La oración es un acto de fe, esperanza y amor. Es el grito de la persona humilde, que reconoce su pequeñez; Señor, te piedad de mí que soy pecador. La oración es el canto de uno que se esfuerza por ver la majestad de Dios, que puede admirar las maravillas del universo creado, contemplando al creador cuya majestad y belleza se reflejan en todo lo creado como en un espejo. La oración es el diálogo entre Dios y nosotros, es un clamor y una escucha. “Habla Señor, que tu siervo escucha.”

Estar en Cristo, participar de la vida que él tiene y es, recibida del Padre, es el centro y el fundamento de la existencia del creyente, y la máxima plenitud a la que todos podemos aspirar. Es conocer al Padre, amar al Padre, confiar en el Padre, vivir en comunión con el Padre, escuchar al Padre. No cesamos de orar por vosotros, pidiendo que os colméis del conocimiento de su voluntad con toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que viváis de modo digno de Dios, agradándole en todo; dando fruto de buenas obras y creciendo en conocimiento del Padre (Col. 1,9-10).

Vivir en Cristo, partiendo del ser en Cristo es lo radical en la espiritualidad del cristiano y nos marca el camino a seguir. No existe una manera rápida para alcanzar este reto, para convertirnos a Dios y transformar nuestras vidas. Exige años de esfuerzo, de búsqueda, de escuchar todo de la vida, de aprender a escuchar la voz de Dios. En medio del ruido ensordecedor de la vida diaria, escucha con el corazón de Cristo. Escucha con oído de amante. Escucha la voz de Dios. Escucha en tu propio corazón el sonido de la verdad.4 Hasta que algún día podamos escuchar a aquellos que amamos, pero sobretodo podamos llegar a amar a los que nos desagradan y descubrir que la santidad está aquí y ahora. Entonces podremos recoger la cosecha de toda una vida de conocer a Cristo, de ser en Cristo, para tener un buen comienzo.5

Irma Hernández Torres

11 de febrero 2009

lunes, marzo 9

5ta Conferencia sobre San Pablo: Espiritualidad Paulina (Parte 3)

La mayoría de nosotros no disponemos de otro acceso Dios y a la felicidad que el aquí y el ahora. El problema es descubrir cómo hacer del aquí y de nuestro ahora algo bueno y santo. Es lo que tenemos para hacer de nuestra vida algo valioso y hacer que la presencia de Dios y la santidad sean parte de nuestra vida cotidiana. La espiritualidad se encuentra en el aquí y ahora, en la vida diaria normal, es lo que sacude el polvo y el barro de cada día y lo convierte en belleza.2

¿Cómo puedo entonces descubrir la espiritualidad en mi vida cotidiana? Mi fe y espiritualidad son fundamentalmente escuchar a Dios. La escucha es el elemento que aglutina las distintas facetas de la vida y de mi vida. La escucha es el hilo aconductor, que subyace las decisiones y caminos que cada uno ha ido recorriendo hasta el presente. Es lo que nos libera y nos llena de paz y gozo. La escucha es la manera específica de llevar a la práctica y a la vida mi fe cristiana. Dichoso el que habla a oídos que le escuchan (Eclesiástico 25,12). La escucha y el amor están íntimamente relacionados: Escucha Israel, el Señor es el único Señor y amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón…Dt. 6,4; Mc.12, 28ss. Escuchar es un acto libre, para escuchar hay que querer escuchar. Escuchar no quiere decir no hablar, supone hacer silencio interior, hacer un vacío interior, un espacio para acoger la palabra de aquél a quien quiero escuchar. Escuchar sabiendo que alguien te escucha.

“Miren que llegan días –oráculo del Señor- en que enviaré hambre al país; no hambre de pan, ni sed de agua, sino de escuchar la palabra del Señor; irán errantes de Levante a Poniente, vagando de Norte a Sur, buscando la palabra del Señor…” (Amós 8,11).

Si hoy escucháis su voz, no endurezcáis vuestros corazones. (Salmo 94,8) Y también: Quien tiene oídos para escuchar, escuchen lo que el Espíritu dice a las Iglesias. (Ap. 2,7) ¿Y que dice? Venid, hijos; escuchadme; os instruiré en el temor del Señor. (Salmo 33,12)

San Pablo nos invita a escuchar, a tener un oído atento a la voz del Señor que nos habla, que nos aconseja, que nos invita a la conversión. Escucha dice el amor verdadero. Escuchar es lo que la espiritualidad cristiana propone en una cultura moderna pero que muy pocas veces escucha.

Por eso nos invita a la oración, a escuchar a Dios y a responderle. A dejar que la Palabra se encarne en cada uno de nosotros, se haga vida, y nos impulse al compromiso con los otros. Como María que acoge en su seno al Dios hecho hombre, al Dios hecho Palabra. María es la convertida en servicio, la que se abandona al proyecto de Dios, porque le escucha y responde con un Si, con total disponibilidad, y apertura al misterio de Dios. María se pone en manos de Dios para lo que sea, para que Él haga en Ella su voluntad. María es nuestro ejemplo, nuestra guía, nuestra maestra en la escucha.

Escuchar es una disciplina que me lleva a la conversión. Por eso, el cristiano como Pablo es un ser en constante conversión, un converso. Dejar que el Señor nos acoja y escuchar sus propuestas, abandonando las nuestras es nuestro reto. Si Dios hace silencio, es porque su silencio es elocuente, Dios llega cuando quiere, su retraso no es otra cosa que la paciencia de un Padre amoroso que desea hacer grandes cosas en cada uno de nosotros como lo hizo en Pablo. San Pablo se mueve en una atmósfera de oración, la oración es como la respiración de su alma.3 Por eso desea que pongamos nuestra atención en algo superior.

(Continuará)

Autora: Dra. Irma Hernandez Torres
Presidenta del Instituto Teológico de Puerto Rico (ITIPRI)

lunes, marzo 2

La espiritualidad desde la perspectiva Paulina (Parte 2)

En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada. Y la Palabra se hizo carne y puso su Morada entre nosotros y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Unigénito, lleno de gracia y de verdad. (Juan 1, 1-2, 14). Dios nos ha amado tanto, que nos ha entregado a su Hijo para mostrarnos el camino hacia El. Dios nos muestra su rostro, en el rostro de su Hijo. Si la vida de Cristo es filial, el cristiano, al participar de Cristo, tiene una vida filial. Lo propio del cristiano es estar del todo orientado al Padre, como Cristo. Es ser hijos e hijas en el Hijo, gracias al Espíritu que nos lleva a exclamar Padre (Abba), esta filiación se acoge y se vive, y nos impulsa al compromiso y a la solidaridad. Conocer al Padre, amar al Padre, confiar en el Padre, hablar al Padre y escuchar al Padre, como el mismo Cristo nos enseña, es la nueva situación del ser y del vivir cristiano. Perder el contacto con la Palabra es perder el contacto con Cristo que es la Palabra hecha carne.

Para San Pablo, la espiritualidad significó “vivir” en Cristo y apreciar los dones del Espíritu otorgados para “construir el Cuerpo de Cristo” aquí y ahora. No se puede hablar del seguimiento de Cristo, del proceso de la vida cristiana, de la fraternidad, de la oración, de la espiritualidad cristiana sin entrar de fondo en lo que es la vida en Cristo. Por eso Pablo no se cansa de repetir la frase “ser en Cristo.” El cristiano existe en Cristo (1Cor. 1-2; Rom. 8,1), es uno en Cristo (Gal. 3, 28), y es santificado en Cristo (1 Cor. 1,2).

Lo que Pablo expresa con “ser en Cristo” es lo que San Juan presenta con las expresiones nacer de Dios, ser de Dios y permanecer en Dios. Se trata de una vida nueva; el cristiano está llamado a la comunión (Koinonia) con Cristo, (1Cor.1, 9) y comunión del Espíritu (2 Cor. 13,13). La vida y la espiritualidad cristiana es tener presente la relación con Cristo: que El es el mediador. El que es la cabeza de la nueva humanidad (Rom.5, 14), Cabeza de la Iglesia (Ef. 1,22; Col. 1,18), Señor de todo lo creado (Col. 1, 15-20) y es todo en todos (Col. 3,11), es quien nos revela al Padre (Jn. 1,18), intercede por nosotros (Rom. 8,34; Heb. 4, 14-16), nos proporciona el acceso al Padre (Ef. 2,18). No se entiende la persona de Cristo sin la relación con el Padre y el Espíritu, gracias a la mediación de Cristo nuestra fe es Trinitaria.

Dios amó tanto al mundo que nos entrega a su Hijo por la fuerza del Espíritu. Cuando parecía que el Padre abandonaba al Hijo, era Dios reconciliando al mundo consigo (2Cor. 5, 19). El Hijo del Hombre entrega su vida como rescate por muchos, entregándose secunda la entrega que hace de El en Padre (Heb.10, 5-10; Flp.2, 8). Esta entrega tiene como objetivo la vida nueva, que es la vida en Cristo (la vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó a sí mismo por mí, (Gal. 2,20) y el amor (vivid en el amor como Cristo nos amó y se entregó por nosotros como oblación y víctima de suave aroma, Ef. 5,2). La culminación de ser en Cristo y de ser habitados por Dios, es vivir en El: el Espíritu de Dios habita en vosotros (Rom. 8, 9,11); no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mi (Gal.2, 20).

La fe en la Trinidad ocupa un lugar central en la espiritualidad de la Iglesia primitiva y ha seguido siendo clave en la espiritualidad cristiana hasta el presente.

La espiritualidad es algo más que ir a la iglesia. Es posible asistir a la iglesia y nunca desarrollar una espiritualidad. La espiritualidad es la forma en la expresamos una fe viva en un mundo real. La espiritualidad es la suma total de las actitudes y acciones que definen nuestra vida de fe.1

(Continuará)

Por: Dra. Irma Hernández Torres
Presidenta del Instituto Teológico Internacional de Puerto Rico (ITIPRI)

Este es..

... un espacio para peregrinar a través de las Cartas de San Pablo, un lugar para reflexionar, compartir, y disfrutar de La Palabra a través de su gesta como el Apóstol de las Gentes. Una oportunidad más para conocer a Pablo de Tarso, misionar con él y llevar la Palabra de Jesús Resucitado.