Un lugar para caminar con San Pablo... para llevar a Cristo a cada persona en cada paso... un espacio para peregrinar a través de las Cartas de San Pablo, un lugar para reflexionar, compartir, y disfrutar de La Palabra a través de su gesta como el Apóstol de las Gentes. Una oportunidad más para conocer a Pablo de Tarso, misionar con él y llevar la Palabra de Jesús Resucitado.

lunes, marzo 2

La espiritualidad desde la perspectiva Paulina (Parte 2)

En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada. Y la Palabra se hizo carne y puso su Morada entre nosotros y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Unigénito, lleno de gracia y de verdad. (Juan 1, 1-2, 14). Dios nos ha amado tanto, que nos ha entregado a su Hijo para mostrarnos el camino hacia El. Dios nos muestra su rostro, en el rostro de su Hijo. Si la vida de Cristo es filial, el cristiano, al participar de Cristo, tiene una vida filial. Lo propio del cristiano es estar del todo orientado al Padre, como Cristo. Es ser hijos e hijas en el Hijo, gracias al Espíritu que nos lleva a exclamar Padre (Abba), esta filiación se acoge y se vive, y nos impulsa al compromiso y a la solidaridad. Conocer al Padre, amar al Padre, confiar en el Padre, hablar al Padre y escuchar al Padre, como el mismo Cristo nos enseña, es la nueva situación del ser y del vivir cristiano. Perder el contacto con la Palabra es perder el contacto con Cristo que es la Palabra hecha carne.

Para San Pablo, la espiritualidad significó “vivir” en Cristo y apreciar los dones del Espíritu otorgados para “construir el Cuerpo de Cristo” aquí y ahora. No se puede hablar del seguimiento de Cristo, del proceso de la vida cristiana, de la fraternidad, de la oración, de la espiritualidad cristiana sin entrar de fondo en lo que es la vida en Cristo. Por eso Pablo no se cansa de repetir la frase “ser en Cristo.” El cristiano existe en Cristo (1Cor. 1-2; Rom. 8,1), es uno en Cristo (Gal. 3, 28), y es santificado en Cristo (1 Cor. 1,2).

Lo que Pablo expresa con “ser en Cristo” es lo que San Juan presenta con las expresiones nacer de Dios, ser de Dios y permanecer en Dios. Se trata de una vida nueva; el cristiano está llamado a la comunión (Koinonia) con Cristo, (1Cor.1, 9) y comunión del Espíritu (2 Cor. 13,13). La vida y la espiritualidad cristiana es tener presente la relación con Cristo: que El es el mediador. El que es la cabeza de la nueva humanidad (Rom.5, 14), Cabeza de la Iglesia (Ef. 1,22; Col. 1,18), Señor de todo lo creado (Col. 1, 15-20) y es todo en todos (Col. 3,11), es quien nos revela al Padre (Jn. 1,18), intercede por nosotros (Rom. 8,34; Heb. 4, 14-16), nos proporciona el acceso al Padre (Ef. 2,18). No se entiende la persona de Cristo sin la relación con el Padre y el Espíritu, gracias a la mediación de Cristo nuestra fe es Trinitaria.

Dios amó tanto al mundo que nos entrega a su Hijo por la fuerza del Espíritu. Cuando parecía que el Padre abandonaba al Hijo, era Dios reconciliando al mundo consigo (2Cor. 5, 19). El Hijo del Hombre entrega su vida como rescate por muchos, entregándose secunda la entrega que hace de El en Padre (Heb.10, 5-10; Flp.2, 8). Esta entrega tiene como objetivo la vida nueva, que es la vida en Cristo (la vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó a sí mismo por mí, (Gal. 2,20) y el amor (vivid en el amor como Cristo nos amó y se entregó por nosotros como oblación y víctima de suave aroma, Ef. 5,2). La culminación de ser en Cristo y de ser habitados por Dios, es vivir en El: el Espíritu de Dios habita en vosotros (Rom. 8, 9,11); no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mi (Gal.2, 20).

La fe en la Trinidad ocupa un lugar central en la espiritualidad de la Iglesia primitiva y ha seguido siendo clave en la espiritualidad cristiana hasta el presente.

La espiritualidad es algo más que ir a la iglesia. Es posible asistir a la iglesia y nunca desarrollar una espiritualidad. La espiritualidad es la forma en la expresamos una fe viva en un mundo real. La espiritualidad es la suma total de las actitudes y acciones que definen nuestra vida de fe.1

(Continuará)

Por: Dra. Irma Hernández Torres
Presidenta del Instituto Teológico Internacional de Puerto Rico (ITIPRI)

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