Un lugar para caminar con San Pablo... para llevar a Cristo a cada persona en cada paso... un espacio para peregrinar a través de las Cartas de San Pablo, un lugar para reflexionar, compartir, y disfrutar de La Palabra a través de su gesta como el Apóstol de las Gentes. Una oportunidad más para conocer a Pablo de Tarso, misionar con él y llevar la Palabra de Jesús Resucitado.

lunes, abril 13

VI Conferencia sobre San Pablo: La vida después de la muerte según San Pablo


Tres temas en las cartas de Pablo

Por: Juan José Genovard

Las cartas paulinas son escritos ocasionales, condicionados por situaciones concretas de su actividad misionera. El contexto en que se escribe cada carta influye en la temática de la misma. Para ver como aflora esta temática en la teología de Pablo, aludimos brevemente a tres de sus cartas: a los tesalonicenses, a los corintios y a los gálatas.

La Primera Carta a los Tesalonicenses

“Una inscripción pagana en Tesalónica proclamaba: Después de la muerte no hay revitalización. Después de la tumba no hay un nuevo encuentro.”11 Esta inscripción nos ayuda a entender el contexto en el que es recibida la primera carta de Pablo: La ‘tristeza’ por el destino de los muertos”22.

Pablo responde a la situación con el tema de la elección. El marco en el que esto sucede es el de la creencia en la parusía. Ante un final inminente, como era la convicción de la primera generación cristiana, se relativiza y se convierte en provisional cualquier actitud de vida. La elección significa seguridad: Ustedes los elegidos irán al encuentro del Señor cuando él venga. Aparece entonces el problema de los que van muriendo, para quienes Pablo anuncia la resurrección que les permitirá también asistir a la parusía.

Con todo, el tema central no es la resurrección sino la presencia del Espíritu que “impulsa desde dentro a la santificación en el amor entre hermanos y hermanas, porque es ese el Espíritu de Dios que anunciaron los profetas como Espíritu del tiempo final (Ezequiel 36: 26 ss.)”33.

Las Cartas a los Corintios

Pablo evangelizó a Corinto con su teología de la elección y la comunidad orientó su cristianismo a partir de ella. El problema aparece cuando el Espíritu se manifiesta con numerosos dones que se muestran con vehemencia y vitalidad en palabras y obras. Los Corintios realizan, por medio del Espíritu, la unidad identificadora con el Señor glorificado y participan así en su trascendencia cósmica y en su reinado definitivo (I Corintios. 4: 8). El proceso de salvación se entiende como una revelación neumática (por medio del Espíritu), aquí y ahora, de los más profundos misterios de Dios.

Nos hallamos ante el fenómeno que R. Knox describe en su conocido libro sobre el “entusiasmo” definiéndolo, de entrada, como “ultra-super-naturalismo”. “El germen de vida sobrenatural plantado en ellos recientemente está en peligro de acelerar la maduración de la semilla y producir una cosecha de sobrenaturalismo.”44

Esta carta de Pablo, es la gran ocasión para aclarar los términos y transformar su teología de la elección en una teología de la cruz específica y propia. Del mismo modo que en la I Tesalonicenses, la elección se presentaba íntimamente ligada al don del Espíritu, ahora en la I Corintios, el don de Espíritu tiene que entenderse a la luz de la teología de la cruz.

La teología de la cruz es un modo de interpretar a Dios y al mundo. Nos enseña a entenderlo todo a la luz del Dios revelado en Cristo Crucificado y pone cada realidad en su sitio delante de Dios. No es la cruz por la cruz, sino que, a propósito de la cruz, nos presenta una nueva visión del mundo según Dios. Nos habla del tipo de elección que Dios realiza y del tipo de relación que la comunidad elegida tiene con el mundo. “Dios aparece aquí por siempre y definitivamente, como aquel que elige lo que nada vale para que nadie tenga de que engreírse ante Dios.”55

La Carta a los Gálatas

En Galacia se da otra situación: la presencia de los judaizantes. Los judaizantes consideran al cristianismo como una agrupación intra-judía en la que tienen derecho a intervenir. Ellos se creen los auténticos herederos de la elección de Abraham, imponen la circuncisión y, sobre todo, exigen el sometimiento de los gentiles a la ley.

Pablo se sustenta tanto en la teología de la elección como en la teología de la cruz para enfrentar esta nueva situación. Dios ha llamado a los gálatas mediante el evangelio de Cristo, a un nuevo nivel de salvación, el nivel de la gracia. Este nivel se basa en la cruz de nuestro Señor Jesucristo. Los gálatas, al regresar a la ley, han olvidado esta doctrina y rechazan la imagen de Dios revelada en la cruz de Cristo.

La acción del Espíritu es escrita ahora en términos de la teología de la cruz. El evangelio nos remite a la gracia de Cristo, haciendo que muramos a la ley para vivir según Dios. La liberación de la esclavitud de la ley se realiza en la nueva condición de hijos e hijas de Dios. La justificación es un morir espiritual, una nueva creación porque en ella actúa Dios que llama a una nueva vida. Los que asumen esta vida nueva viven en el Espíritu, se expresan con la libertad de los hijos de Dios y actúan las obras del amor.

Estas tres pinceladas nos muestran la flexibilidad de Pablo para adecuar la doctrina a las diversas situaciones para evitar posibles desviaciones. Pablo invita a escudriñar las particularidades de cada contexto y detectar la palabra o el mensaje adecuado a cada situación. Nos indica los parámetros desde los cuáles leer y aplicar la palabra de Dios.


Autor: Padre Juan José Genovard Clar
Conferenciante 8 de abril de 2009
Santuario Cristo de la Reconciliación
Dorado, Puerto Rico

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