Un lugar para caminar con San Pablo... para llevar a Cristo a cada persona en cada paso... un espacio para peregrinar a través de las Cartas de San Pablo, un lugar para reflexionar, compartir, y disfrutar de La Palabra a través de su gesta como el Apóstol de las Gentes. Una oportunidad más para conocer a Pablo de Tarso, misionar con él y llevar la Palabra de Jesús Resucitado.

miércoles, junio 1

2. 1. La situación del pueblo en el Imperio Romano y en Palestina por Carlos Mesters

2. 1. La situación del pueblo en el Imperio Romano y en Palestina

2. 1. 1. En el Imperio Romano

Los viajes de Pablo transcurrieron entre los años 46 y 58. Al inicio, en el 46, el emperador de Roma era Claudio (41-54). Al final, en el 58, el emperador era Nerón (54-67). Durante todos estos años, el gobierno central del Imperio continuaba con su esfuerzo de concentrar el poder y la riqueza en Roma. Este proceso ya venía ocurriendo desde el siglo anterior, cuando se dio el paso de República a Imperio. Por ese motivo, el Imperio procuraba mantener la llamada “PAX ROMANA”. La Paz Romana favorecía el comercio internacional, hacia posible el cobro tranquilo de los impuestos y tributos y, por consiguiente, garantizaba la concentración de la riqueza y del poder de Roma. Resultado: esclavitud creciente en las periferias y exceso de lujo en el centro, en Roma. Por un lado, sufrimiento y revoluciones; por otro, insensibilidad, alienación y relajación de las costumbres (Rom 1,18-32). Pablo define bien la situación general cuando dice: “Los hombres mantienen la verdad prisionera de la injusticia” (Rom 1,18). Junto a esto, el racionalismo de la cultura griega había vaciado la vida y provocado una gran búsqueda de misticismo. Para mantener la unidad y garantizar mejor la “Pax Romana” el Imperio empezaba a introducir, poco a poco, el culto obligatorio a su Emperador.

2. 1. 2. En Palestina

La situación estaba cada vez más confusa y más conflictiva. Los tributos, los impuestos y las tasas continuaban quitando casi la mitad de la producción a los agricultores. La represión romana, cada vez más violenta, intentaba reprimir las rebeliones cada vez más frecuentes y más desesperadas. Poco a poco se organizaba la rebelión contra el Imperio Romano. Esta situación extrema de explotación y de represión se agravaba por la opresión estúpida de los procuradores romanos, sin ninguna sensibilidad hacia la cultura y la religión del pueblo palestino. El movimiento popular estaba entrando en una fase muy confusa de radicalización irreversible. Continuaban la opresión y los movimientos mesiánicos anteriores; crecía el número de los profetas populares; el movimiento de los Zelotes empezaba a tener una organización más consistente y se fortalecía el grupo radical de los sicarios. Los fariseos tomaban una cierta distancia. Los cristianos no entraban en este tipo de movimientos.

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